martes, 9 de octubre de 2007

Pedazos



Llevaban mi cuerpo
en un tren de manos.
Unas a otras se pasaban
mi cuerpo.
Riendo.
Lo empujaron hasta un escenario
y yo veía todo desde afuera,
descentrado.
Cómo ponían un gorro en mi cabeza
De colores.
Y me pintaban la cara.
Me pintaban con luces,
con sus colores.
Algunos susurraban.
Pero otros también gritaban
mientras comían de mi espectáculo
“¡Despojado!”, se oía.
Era lo que escupían
en mis dientes.

Ahora se fueron.
Solo quedó él, desierto.
Y sólo quedó el desierto
de sus soledades.
Se fueron yendo primero de a uno,
después en grupos,
mientras yo me volvía cada vez más invisible.
Vi como el último se iba,
con los brazos aburridos
y los ojos blancos.
Él ya ni siquiera miraba.
Pasé a su lado y soplé su pelo,
para ver que ya no le importaba.
Creo que ladeó la cabeza
confundiendo mi viento con el viento.

Me paré junto a mi cuerpo,
me habían dejado pintado,
disfrazado.
Despedazado.
En puntas de pie,
con frío,
me acerqué más a mi cuerpo.
Lo cargué y lo empecé a juntar,
durante un siglo,
pieza por pieza.
Saqué el gorro de mi cabeza,
sequé las pinturas
con la poca fuerza que me quedaba.
Me metí dentro,
y apagué las luces.

Conmigo,
repito esas voces que gritaban
Y contesto a su despojo:
la palabra es vacío.
Contesto a sus pedidos,
A sus súplicas casi.
Intentaban verme,
Pero ninguno de ellos,
ninguno,
se dio cuenta de que yo no estaba.
Yo puedo contar qué había
detrás de mis ojos.
Puertas del mundo,
allí vivía un viento seco
y niebla.

Se que la imagen del mundo,
por más grande que sea,
entra en mis rodillas.
Si las hubiesen abierto,
Si hubiesen hecho un hueco,
allí estaba:
la misma galaxia.
No sólo en las mías,
ahora lo sé.
También en las suyas,
Y en sus codos,
en sus uñas,
en sus hijos:
El universo.
Una y mil veces
Mirando desde arriba
Y siendo dentro.

El hombre,
llevando consigo,
sin querer saberlo,
primavera
y holocausto.





por lucas. 06/10/2007

1 comentario:

Anónimo dijo...

nunca vi algo tan bueno. Gracias por el gran poema. Pero sobretodo, gracias por el perro.