domingo, 25 de septiembre de 2011

La Maldita Costumbre

Los deseos me están apretando el cerebro, lo siento en el corazón, el cual ya no late con aires de amor y tolerancia. Me pregunto frecuentemente que he hecho para que mi existir fuese tan errante, y no encuentro razón alguna. Es quizás por eso que mi cerebro late, y mi corazón piensa, o mis pies piensan y mis brazos laten, mi cerebro camina lejos de mi, y me corazón toca el piano. Eh de andar desconfigurado, supongo, desde aquel día, supongo, y digo supongo, porque todo esto lo supongo, no porque lo sepa, si lo supiera no lo supondría. Viendo mi problema, el medico me recomendó no pensar por un tiempo, que todo se iba a acomodar, solo tengo que dejar de pensar. Un cuerpo sin capitán, le dije. No pienses más me dijo el. Fue así que me desconfiguré, pensé al tiempo de no pensar en nada. ¡Que bien se siente pensar!, pensé, y entonces pensé en el medico, en las instrucciones que me dio, y pensé en vos, como casi siempre que pienso, ah cierto... por eso no pensaba más... por vos, por el deseo de tenerte cerca, de besarte, de mirarte, o de no pensar más.

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