lunes, 15 de diciembre de 2008

me encontre con la mirada y las manos en la frente, cruze para alcaanzarme algo que se me habia caida y no llegue. Por suerte hoy es jueves, hoy tengo turno, hoy me tocó. Me fui de via en via, enviado por el archicosmos, o como lo conocen por aca, el tren. Divulgando sus creencias, un hombre se expresa de una manera increible, y creo en todo lo que dice, sus palabras son como ametralladoras del bien, entonces intercambio cosas con el, y con el que le sigue y con el que le sigue. Al final me lleve un buscapolo, una tijera de acero inoxidable, unas figus de hijitus y cuantro alfajores. El inconciente que dejo que las ideas se le vayan, ya esta muerto. El idiota de mi vecino parece que tambien y ahora me culpan, no importa. El jean ya no me cabe, ahora voy a andar desnudo, y que ? y que ? y que ? y que pelotudo me dijo el oficial. Ya estoy harto de verte desesperarte por otros, dame algo para poder seguir mirandote desde la vereda de enfrente, cada rosa que se cae es un pedazo de alma que se te va, que otro infeliz te mata un poco mas, y yo que no te puedo consolar, que mi ventanilla es intransferible. No se que esta pasando por tus manos, que yacen rojas sobre la veredea, o como es que un metal tan pequeño haga tanto daño. Que se yo, aun no soy cientifico y ya estoy del otro lado de la planta. Confundieron me con un heroe. Como me rei es dia, y otro tambien me rei mucho, otros no.Otros dias no, y otros no se habran sabido reir como yo. Que simple es reirse de los demas, y no de uno mismo. Para que me voy a reir de mi ? ya son como 23 en el infierno riendose de mi, en el purgatorio es solo 1, y en el cielo no tiene cuerdas vocales, entonces, como hago para reirme de mi mismo si en lo unico que pienso es en que no quiero que se rian de mi, es un defecto de nacimiento. estos ojos, esta boca, las orejas asi, las manos con estas cosas que le salen para todos lados, los pies y sus horribles formas, extensiones al pedo, y vos todavia seguis ahi, tirada. La ultima vuelta de tuerca para terminar de ajustar todo fue el final, se me durmio. Se apagó la tele, Se fue de


por tom

sábado, 13 de diciembre de 2008

Circo de Nico Oyuela



Este óleo sobre tela (Detrás de escena), es parte de la muestra CIRCO de Nicolás Oyuela.

Fundación Guillermo Roux / Taller

Villaroel 1442 ( alt. Fitz Roy al 700)

Lunes a Sábado de 10 a 13 y de 17 a 20. Domingos con cita previa: 4854-0240.

Hasta el 7 de febrero.

por un perroenelcirco

martes, 9 de diciembre de 2008

Bicho Bolita IX (última parte)

Matías vena cara de sapo gritaba y ahora ya no. Estaba tirado al lado de la piedra y del bolsillo de su traje de baño, con la boca llena de arena, se escurrían algunos de los bichos bolita vivos que le quedaban.

El Sargento García estaba muerto adentro del bolsillo.

FIN

por lucas

Bicho Bolita VIII (un cuento en partes)

En las escolleras había una cueva si te metías para abajo. Yo no la conocía hasta ese momento que llegamos con Manuel corriendo él un poco más atrás. Las cosas se escuchaban muy raras ahí adentro, como una vez que había ido al subte o como ponerte dos vasos en las orejas. También había mucha humedad y el agua iba y venía mientras mirábamos adentro de la cueva mirá eso es un forro dijo Manuel. Yo había escuchado una vez antes esa palabra y también un chico más grande en el patio del colegio escupió sangre al lado mío y me dijo tengo sida igual que Goycoechea y vos qué vas a saber qué es el sida, sí, sé lo que es dije en ese momento pensando en la sidra. Nos acercamos al forro y lo vimos más de cerca. Ahí escuchamos un llanto que era el de Matías porque era entrecortado y aguantándose. Estaba atrás de una roca y cuando lo vio a Manuel, Matías cara de sapo se le tiró encima y le pegaba llenos los dos de arena. Después los tres sentados en el piso que no es para que se peleen, son primos che les dije. Matías se había tranquilizado y ahora sólo lloraba un poco entrecortado. Manuel sentado pero qué se cree, quién es, yo me tengo que tranquilizar pero sino lo fajo. Después mirábamos al piso sin saber qué decir y Matías dijo que se iba a ir a vivir mejor a otro lado que no le digan a nadie porque los fajo pero en mi casa me aburro. Manuel se rió pero yo no se muy bien de qué y Matías cara de sapo te voy a fajar a vos, de que te reís, vos y cuántos más, no me hagas montoncito, maricón, pelotudo, otra vez se empujaban, que estás llorando todo el día como una minita, que vos sos un boludo, anteojudo, paren, por lo menos juego a la huevada más que dos VA y Matías le tira una piña con arena que a Manuel se le caen los anteojos, che que no se peleen acá y Manuel lo empuja al final a Matías contra una piedra.

CONTINUARá

por lucas

lunes, 8 de diciembre de 2008

Bicho Bolita VII (un cuento en partes)

¿Tenés miedo de que tu papá mate a un chancho? ¡PAF! A mí no me daba miedo de que mi viejo mate chanchos, además no había chanchos ahí cerca pero sí muchos perros. Una vez que se acercaba mi cumpleaños en Miramar, que es el 2 de febrero, yo había ido al kiosco de la esquina con no se cuántos mil australes a comprar premios en golosinas para el que gane al metegolentra en el cumpleaños que iba a festejar a la noche con los del balneario en la casa de Miramar, que por suerte tiene jardín también y cuando no estamos en la playa por lo menos no estamos encerrados, decía mi vieja. El señor dueño del kiosco tenía la nariz roja, si uno lo veía de lejos parecía un payaso pero de cerca no se reía ni hacía reír a nadie. Sólo sumaba cosas al mostrador mientras yo le decía y un milka gigante, dos mogul y él anotaba en un cuadernito para que yo no me pase de la plata que tenía para gastar. Estuve un tiempo largo eligiendo y cuando llegué a completar todo con el último palito de la selva, ví que había una pelota de fútbol naranja que mejor prefiero esa pelota si me alcanza señor. No me acuerdo mucho lo que me dijo pero no le gustó nada que yo cambiara de parecer al señor así que unos segundos después yo estaba en casa diciendo que el señor no me quiso vender la pelota, era mucho mejor y no sé porque pero lloraba. Esto se lo decía a mi vieja y mi viejo escuchaba todo hasta que se levantó, cerró el libro que estaba leyendo y me agarró fuerte de la mano corriendo fuimos a lo del señor que en la puerta yo todavía llorando vos te quedás acá lucas dijo mi viejo y entró fuerte al kiosco pidió un chocolate, también unos mogul y cuando pidió muchas cosas mejor lo cambio por esa pelota dijo mi viejo como había dicho yo y ahí el señor kiosquero cara de payaso no entendía y mi viejo le empezó a tirar todos los chocolates en la cara gritaba mi viejo quién se cree que no tiene paciencia con un chico y seguía tirándole golosinas en la cara al señor que estaba muy asustado. Parecía una señora del miedo que tenía. Al rato salió mi viejo con la pelota y yo ya no sabía si todo esto había sido culpa del viejo o de mi viejo, o más que nada mía que había tardado tanto eligiendo las golosinas con cara de payaso. Ese día el campeonato lo ganó Matías y se llevó la pelota a su casa bien lejos mío y al otro día la usamos en la playa.
Desde donde estábamos sentados en el piso con mi viejo él fumando y yo no fumando, se podía ver, si inclinabas un poco la cabeza, el kiosco cerrado del señor nariz de payaso. Mi viejo jugaba con mi pelo mientras fumaba y seguían escuchándose esta vez gritos desde adentro de la casa que andá saber dónde, por ahí sólo, ya es de noche debe tener un miedo.
El bicho bolita parecía que me miraba mientras se escapaba de mis manos. Yo lo ponía en el piso y jugaba a que se vaya lejos hasta que aparecían mis manos en su camino. Y ahí se metía para adentro y se armaba la bolita.

CONTINUARá

por lucas

viernes, 5 de diciembre de 2008

Bicho Bolita VI (un cuento en partes)

Había días cuando no estábamos en Miramar que otros primos venían también de noche a casa y tocaban bocina y ahí salíamos y aunque estábamos en pijama íbamos a una heladería y aunque era de noche y a veces ya habíamos comido el postre íbamos igual y Rosario mi hermana prefería la plata del helado para un chocolate o dos.
Mi viejo fumaba y yo estaba en pijama pero no era lo mismo de lo de la heladería aunque era de noche y había unos primos en el auto ahí estacionado con las ventanas abiertas. De adentro de la casa de Miramar mi tía qué voy a hacer y yo no quería que Tomás se despierte para que no se asuste con los gritos de mi tía y tampoco para seguir siendo el único despierto aunque Rosario estaba en lo de una amiga en la 46 entre la 23 y la 25. Yo sabía que en la heladera todavía estaba la sidra que nos había dejado el dueño de la casa que entre la sidra que nos dejan y las cortinas de los baños me empalago se reía a veces mi vieja con mi viejo y pensé que mejor vamos a tomar la sidra a ofrecerle a mi tía y si se empalaga no llora pero no Luqui quedate un rato acá afuera que está lindo mi viejo con los ojos como bajos y yo me quedé jugando con un bicho bolita que apareció.


Te fuiste a la mierda.
Fui y toqué fondo.
Manuel lo toca a Matías.
Matías vena de sapo.
Pará Azucarera.
Matías vena de sapo con mancha de nacimiento.
El fuerte que había hecho Matías para los bichos bolitas tenía en el medio una marca del pie de Manuel que se reía mientras todos los bichos bolita que había juntado Matías se iban yendo en filita de a uno. Las puertas del fuerte que eran unos palitos de helado Torpedo sin VALE OTRO también estaban rotas y uno de los bichos bolita que Matías le decía Sargento García que era el más gordo estaba semi muerto patas para arriba con el cascarón hecho bolsa. Matías vena de sapo juntó los bichos bolita que quedaban y también al Sargento García y salió corriendo. Manuel se parecía a Manolito el de Mafalda y se llamaba Manuel, tenía la nariz con mocos y con arena y se reía y todavía tenía un pedazo de huevo seco pegado en la oreja, pero no sabía y tampoco se lo dije. Los dos fuimos corriendo atrás de Matías y lo vimos meterse entre unas rocas en la escollera que una vez uno de los chicos de la playa les había dicho cordilleras. Manuel corría pero igual ya estamos grandes para jugar a los bichos bolita y que se enoje así y se ponga vena no sé porque se enoja; sí, pero igual no le digas fui y toqué fondo vos no seas peleador porque no te hizo nada y llegamos a la escollera pero no lo encontrábamos a Matías.

CONTINUARá

por lucas

jueves, 4 de diciembre de 2008

Bicho Bolita V (un cuento en partes)

Había un viejo que se llamaba Pérez que era el dueño del balneario al que íbamos. La mujer no me acuerdo cómo se llamaba pero se parecía a él y también se parecía a una actriz que ví después cuando fui más grande. Una actriz judía o que hacía de judía. La mujer tenía siempre un pareo atado que le llegaba hasta muy arriba y le arrugaba las tetas y Pérez tenía siempre el traje de baño muy arriba y hacía que su ombligo sólo se viera por la mitad. Tenía el pelo blanco y se parecía al abuelo de unos primos míos que yo los primeros años creí que era pero después aprendí que no era pero todo esto sin decirle a nadie sino que yo solo me di cuenta de que no eran el mismo. Aunque un día no en Miramar lo vi en traje de baño al abuelo de mis primos y también estaba Matías y Manuel y les mostré que también él tenía el traje de baño como Pérez y nos reímos los tres. Pérez había inventado un juego que se llamaba la huevada y se jugaba una vez por verano y ese era el día de la huevada. Se hacían parejas y el que ganaba se ganaba una copa y Pérez era el juez de la huevada. Después cuando fui más grande los veranos que al final volvimos a ir a Miramar había días que había huevada que yo prefería que no me vieran otros amigos que no eran de la playa aunque yo más que jugar a la huevada me gustaba ver porque aunque era medio tonto el juego era divertido pero el olor a huevo del final con la arena no estaba bueno y a veces si perdías te entraba huevo en la boca. Una vez Belén mi prima ganó con su padrino y mi hermana miraba cómo Belén festejaba y se cree que ganó no sé qué cosa que se puso a llorar sólo por ganar la huevada dijo mi hermana. Las parejas se iban pasando un huevo que repartía Pérez y cada vez que Pérez mientras su mujer miraba tetas apretadas arrugadas, decía VA, con un sonido como si de su boca saliera una pelota de squash; ahí cuando Pérez decía VA las parejas se tiraban el huevo y si lo atajaban pasaban a la próxima vez que Pérez diga VA pero se ponían cada vez más lejos con una línea que armaba Pérez con un palo y no podías pisar esa línea hasta que los últimos estaban re lejos y siempre el que ganaba igual le explotaban el huevo en la cabeza. Ese día antes de lo del llanto de mi tía y mi viejo con el Casio despertándome, Matías había tenido que jugar a la huevada con Gustavo que se hizo el gracioso el pelotudo dijo Matías y no estábamos en la cancha cuando dijo pelotudo, y que a Gustavo se le cayó el huevo sólo cuando Pérez había dicho dos VA y yo ví que Matías se iba enojado vena sapo Matías mientras Gustavo no es para tanto igual gorda, es un jueguito con huevos, ta’ bien que está sensible pero bueno, no lo malcríes tanto me parece mi amor yo escuché que decía Gustavo. No era obligación jugar con tu papá, pero a Matías le dijeron que juegue con Gustavo aunque ya habíamos arreglado que íbamos a jugar juntos y yo al final jugué con Manuel y tardamos como seis VA en perder y quedaban igual algunas parejas.

CONTINUARá

por lucas

Bicho Bolita IV (un cuento en partes)

Ese verano una de las cosas que también le había hinchado mucho la vena de sapo a Matías fue cuando me contó que el que iba a ir ese año no era su viejo sino que era Gustavo al final. Gustavo decía que era hincha de la selección y era el novio de mi tía. Siempre con Matías nos reíamos cuando Gustavo no se daba cuenta de que él decía que era hincha de la selección, porque el Rayo, un amigo de nuestro primo Manuel de Chacabuco, que fumaba y decía que las mujeres eran soretes, nos había dicho que los varones que decían que eran hinchas de la selección era porque en verdad no eran hinchas de ningún equipo o que ni siquiera les gustaba el fútbol. Pero ese día no se reía cuando me contó que Gustavo iba a ir a Miramar y que iban a ir en el auto de Gustavo porque es más grande y además es gasolero y con eso nos ahorramos mucho más plata además no tiene sentido ir en el auto de tu padre con Gustavo, tampoco una quiere andar generando esos problemas había dicho mi tía antes de que unas horas después Matías esté hecho el sapo Matías adelante mío contando.

Mi tía me miraba con ojos de sapo pensé yo mientras miraba el mantel y quería entender por qué al final me habían despertado. Me gustaba igual que a Tomás no lo hayan despertado porque significaba que ahora los que estábamos despiertos éramos los más grandes como cuando yo después de bañarme en casa bajaba con un mazo de cartas para jugar unas manos de truco con mi viejo ahora que Tomi está durmiendo jugamos unas manos y se va a dormir le decía mi viejo a mi vieja y me guiñaba el ojo pero no tenía el ancho de bastos, sino que sólo lo guiñaba.
Me apretó mucho la cara mi tía cuando se acercó un poco más y ahí se puso a llorar mientras mi vieja la abrazaba. Yo empecé a sacar el mantel para terminar con el llanto pero mi viejo vamos afuera un rato Luqui y no se porqué porque nunca lo había hecho pero pensé que por ahí ibamos a ir a fumar pero sentados contra la pared viendo el auto con mis primos durmiendo mi viejo fumaba y yo no al final.
CONTINUARá

por lucas

martes, 2 de diciembre de 2008

Bicho Bolita III (un cuento en partes)

Matías tenía la cabeza grande pero más grande todavía las orejas. Cuando se enojaba le nacía de nuevo una mancha de nacimiento que sólo se le veía en ese momento y la vena se le hinchaba tanto que parecía un sapo. Las cosas por las que se enojaba eran: por que le mojen la remera, por que le peguen en la espalda fuerte con arena. Le decíamos Azucarera y no le molestaba tanto si se lo decíamos los más amigos, pero se le hinchaba la vena si se lo decían para joderlo. También cuando era más chico, tenía los mocos muy verdes y no había una vez que saliera de abajo del agua de la pileta de mi abuela y no tuviera uno colgando. No le importaba mucho y se lo sacaba cuando le decían y lo tiraba en la pileta no tan lejos como todos querían. Más que nada las mujeres, pero a mí también me molestaba lo de los mocos aunque no lo decía. Matías era mi primo. Era de Boca pero su papá de River.

La pierna de mi hermano estaba entre la cara de mi viejo y yo. Colgaba de arriba y no se había dado cuenta de que todos los demás en la casa estábamos despiertos menos él que era más chico. Dormía con una remera de He Man un poco más grande que yo ya había usado pero no la usaba más. Roncaba un poco. Yo me pasaba la mano por los ojos y escuchaba como Tomás roncaba mientras mi viejo estaba por hablarme o esperaba que me termine de despertar.
La mesa de la cocina era muy grande, más grande que cualquier mesa que yo haya tenido después alguna vez en mi vida o hubiera visto antes de ese momento. El mantel de lejos parecía de tela pero estaba recubierto por un plástico como el forro con el que mi vieja cubría los cuadernos de comunicaciones. Esto hacía que las migas fueran más fáciles de sacar que en un mantel común y a mi vieja le gustaba mucho tanto que habría que tener uno de estos en casa pero te imaginás a nosotros con uno de estos en casa, y ella y mi tía se reían de lo que sería tener uno de esos manteles en casa o una de las sillas de mimbre pintadas de blanco con almohadones de tela con flores que había delante de la tele en la casa de Miramar. Mi mamá se sentaba en alguna de las sillas qué cómodas que son decí que son horribles pero la verdad que son comodísimas y ahí de nuevo se reían con mi tía o con alguna otra amiga vestida con traje de baño arriba y un short abajo, con ojotas yendo a misa.
Ahora no se reían. Yo miraba el mantel y mi viejo me traía un café en una de las tazas blancas de la casa de Miramar mientras mi vieja lloraba en el teléfono medio gritando en voz baja que es un horror, la verdad que es un horror, qué querés que te diga. Yo miraba el mantel y después las sillas blancas de mimbre para ver si el horror eran las sillas y el mantel y ahora venían las risas y mi tía pero lo único que llegó un rato más tarde fue mi tía con el auto en marcha que Gustavo está en la comisaría y nosotros ya estamos yendo para allá, los chicos duermen en el auto, lloraba mi tía.
CONTINUARá

por lucas

lunes, 1 de diciembre de 2008

Bicho Bolita II (un cuento en partes)

Todavía intentaba saber qué era cuando una mano me movió el cuerpo. Me senté en la cama que todavía era desconocida porque habíamos llegado a Miramar hace pocos días. Lo que me hacía arder las rodillas era la arena y al final mi vieja tenía razón, había que bañarse antes de irse a dormir. Yo tardaba varios días en hacer de la casa una casa, y todavía no lo había logrado. Las sábanas eran muy verdes y la única ventana, chiquita y alta, hacía que, fuese la hora que fuese, yo siempre creyera que todavía era de noche.
Esta vez era de noche de verdad. Eran las cuatro de la mañana y me acuerdo bien porque el reloj de mi viejo era muy grande. Era su reloj de playa. No es que él le llamara así, pero no era el mismo que usaba durante el año, con agujas, sino que éste era un Casio negro con hora sin agujas que yo también lo podía leer. Creí que teníamos que ir a la cancha. Fue lo primero que pensé, porque sabía que uno de esos días íbamos a ir a Mar del Plata a ver a Boca todos juntos apretados amontonados puteando que se puede dale boca en el auto. Pero la cara de mi viejo no era la de ir a ver a Boca y la cara de mi vieja que salía del hombro de mi viejo, parada contra la puerta, con camisón y los ojos rojos era bastante fea. Me dio miedo porque pensé que estaba todavía en el sueño por un momento porque ella estaba más a oscuras. Yo me acordé que faltaba para ir a ver a Boca porque si todavía no habíamos jugado el campeonato de truco no podía ser porque eso sí o sí sabía que estaba en el medio. No sé si al mismo tiempo creí que tenía que ir a comprar pan como algunas veces me tocaba que agarraba la bici, iba bien rápido y me gustaba saber que las calles se llamaban como números que yo podía ir contando y también calculando cuánto faltaba y cuánto tiempo tardaba en hacer por ejemplo siete cuadras entre la 40 y la 26, aunque ya los últimos veranos yo había cambiado de panadería porque mi vieja dijo que parece que la hija del panadero dice que Lucas es muy buen mozo y claro imaginate ella es de Miramar y viene Lucas que la verdad que es muy buen mozo y yo ya no quise ir más por si era fea o si me preguntaban algo y las veces que fui con mi viejo esperaba mejor en el auto.
Pero también cuando estaba tratando de pensar qué era la arena que me raspaba ya había escuchado la voz de mi vieja que mejor despertalo ahora y le decimos.

por lucas